La enfermedad renal crónica se define como la alteración función renal determinada por
disminución en la tasa de filtración glomerular por un tiempo mayor a 3 meses.
También se menciona la alteración estructural renal (inclusive histológica),
que comprometa la función; en este caso no necesariamente debe estar alterada
la filtración glomureular, sino que puede presentarse hematuria y/o
proteinuria. Con la finalidad de unificar criterios, desde el 2002, surge la
Clasificación de la Kidney Disease Outcome Quality Initiative (K/DOQI), donde
se estratifica en 5 estadios la enfermedad renal crónica según la tasa de
filtración glomerular. Dicha clasificación ha sido sometida a revisiones, la
última en 2012, donde cobra protagonismo la albuminuria como factor pronóstico
en la progresión de la ERC.
En adultos en general la primera causa es la
diabetes, seguido de la hipertensión y las enfermedades glomerulares. Teniendo
en cuenta la alta prevalencia de la diabetes y la hipertensión arterial en
nuesto medio, ya nos damos cuenta la cantidad de pacientes que potencialmente
pueden progresar a enfermedad renal crónica. Hay otras condiciones en la
práctica clínica diaria que pueden impactar desfavorablemente la la función
renal, que muchas veces pasan desapercibidas por los médicos, como lo son el
uso de medicamentos antiinflamatorios, medicamentos herbales, estudios con
medio de contraste y algunos antibióticos. De allí que se hace necesario que
empecemos a asumir la enfermedad renal crónica como un problema que no sólo
compete al nefrólogo o al médico internista. Por ejemplo, en un paciente sano
los AINEs, muy pocas veces (<1%) afectan la función renal con ciclos cortos,
pero este efecto se hace más notorio en las personas con función renal previa
alterada, comorbilidades, edad avanzada y si se su uso es crónico.
Surge además la necesidad de no ser tan indiferentes
con la medicamentos herbales, a muchos de los cuales se les ha atribuido
poderes míticos; la asociación con compromiso renal se conoce desde la década
de 1990 cuando en Bélgica se reportaron casos de fibrosis intersticial severa
asociado con enfermedad renal avanzada, con el uso de regímenes para bajar de
peso que incluían preparaciones con hierbas chinas (Stephania
tetrandra y Magnolia officinalis) en 2 mujeres jóvenes
previamente sanas. A veces los
pacientes en la anamnesis nos informan que consumen medicamentos herbales, y ni
siquiera nos preocupamos por indagar más al respecto ya que no nos parece tan
importante para consignarlos en la casilla de medicamentos consumidos dentro de
los antecedentes personales de la historia clínica.
Ahora bien, el propósito de esta reflexión va
más allá de buscar culpables; lo que se busca es concientizar que todos podemos
ser protagonistas en disminuir el impacto de la ERC, no viviendo de espaldas a
ella, sino ser concientes en cada momento que el simple hecho de motivar a los
pacientes a acudir a los controles de manera religiosa, alcanzar las metas
terapéuticas, fomentar hábitos de vida saludable, conocer (así como la lista de
categoría de medicamentos
en las mujeres embarazadas) los medicamentos que se pueden prescribir sin
restricción, los que representan un riesgo y los que definitivamente no
formular según lo requiera el paciente. Nos damos cuenta entonces la importancia de la
función de un médico que comprende la magnitud del problema y que está
dispuesto a aportar un grano de arena, tomando medidas que quizá no puedan
significar mucho, pero que generan un impacto en la progresión de la
enfermedad. Sería como poner un ladrillo en una gran muralla que va a contener el
avance de la ERC en la población, porque como podemos ver es un problema que
nos compete a todos.
Anaya Taboada M
Anaya Taboada M
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