jueves, 29 de enero de 2015

DEFINIENDO LA LESIÓN RENAL AGUDA. Ahí está el detalle...

Dentro de las situaciones cotidianas en la práctica de los clínicos, es frecuente enfrentarse a pacientes cuya función renal era normal o con valores basales estables,  quienes al presentar situaciones que comprometen el estado general, ya sea un proceso infeccioso severo, una hospitalización, trauma o cualquier otro factor, termina ocasionando deterioro la misma.

 Hablamos entonces de una injuria renal aguda, que como síndrome clínico, genera no solo una alta morbilidad sino una mortalidad muy elevada sobretodo en pacientes críticos; la cuestión es que a pesar de usarse de forma rutinaria aún no hay una definición que sea estandarizada por las distintas sociedades científicas, lo cual crea confusión en el medio asistencial.

 Debe encontrarse una definición que pueda ser fácilmente comprendida e incluso memorizada, además que permita correlacionar los diferentes estadíos de compromiso renal con sus respectivas consecuencias, tener una alta sensibilidad y especificidad y claramente ser costo efectiva.

 Durante los últimos años se ha venido trabajando y se tiene un primer intento de definición consolidada para el 2004 con la clasificación RIFLE, en la que habían 5 estadios, en donde debía considerarse elevación por encima del 50% del valor basal de la creatinina, y­/o disminución en la TFG de más del 25%  y/o disminución del gasto urinario por debajo de 0.5 mL/kg/hora por 6 horas o más; todo esto en un rango de aproximadamente 7 días. Posteriormente en 2007 AKI Network, propuso la clasificación AKI, en donde revaloraban la clasificación de RIFLE y dejaban solamente 3 grupos que se correspondían con Riesgo, Injuria y Falla respectivamente; es decir se retira de la definición la tasa de filtración glomerular como criterio, pero además la pérdida de función y el estadio terminal se consideran consecuencias de la lesión no grados de la misma.

 Finalmente, para el 2012, se publican las guías KDIGO en donde mezclan las definiciones de RIFLE y de AKIN, aunque para AKIN era necesario realizar un manejo volumétrico óptico y descartar obstrucción urinaria antes de considerar AKI,  KDIGO no toma en cuenta esta consideración, y modifica los criterios para estadío 3, lo cual incluye cualquier aumento de creatinina por encima de 4, elevaciones por encima de 0.3 mg/dl o mayores del 50% con respecto a la basal.

 Con este panorama, debemos comparar cuál de las 3 definiciones puede ajustarse mejor a la realidad del clínico, pero lo que muestran las investigaciones es que la asociación entre mortalidad y estadio para una misma clasificación varía de forma sustancial según sea el estudio que se realice. Hay una muy baja evidencia que muestra un aumento en la mortalidad según el estadío de RIFLE. En cuanto a AKIN, hay evidencia leve a moderada con respecto a la mortalidad para AKIN 1 y 2, sin embargo, para AKIN 3 la mortalidad es mayor con un OR considerable.

 En conclusión, es fundamental lograr la construcción de una definición universal de AKI, se ha logrado un avance muy importante con lo planteado por KDIGO porque le permite al clínico conocer cuales pacientes pueden estar en riesgo de desarrollar una lesión renal aguda,  y por tanto tomar medidas  terapéuticas que impacten en la progresión de la misma de forma más precoz y efectiva; Ahí está el detalle. 

Vivian Rivillas
Médico Internista
U. Sabana.

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