Por lo general la
experiencia de aprendizaje de un estudiante de medicina en el pregrado, sobre todo en los
primeros semestres es en su mayoría (por no decir que en su totalidad),
basada en clases magistrales a cargo del profesor quien se supone es la
persona idónea en cuanto a conocimientos del área a enseñar, o en su defecto
actividades de seminarios organizados por grupos de estudiantes, que en la
mayoría de los casos se encargan de repartirse el tema y exponerlo al
auditorio conformado por los compañeros estudiantes del curso, algunas veces
con intervención del tutor para aclarar temas y situaciones en particular. Sin
embargo en este tipo de actividades académicas el provecho obtenido es desigual, siendo de mayor aprovechamiento por las personas encargadas de
dirigir el seminario y menos productivo que el resto de estudiantes.
Cabe
anotar que hay profesores con habilidades para transmitir la información,
capaces de capturar la atención de los estudiantes, generando un interés por el
tema en particular; pudiéramos decir, generan expectativas. Por el contrario,
algunos profesores se encargan de apagar cualquier tipo de interés, y la clase
sólo quedaba reducida a una especie de tortura china, con la imaginación de los
estudiantes volando por las ventanas de las aulas; más interesante ver la
lluvia caer que la terrible clase del “DOCTOR NO”.
Experiencia de algunos estudiantes de medicina. |
En
postgrado, las cosas parten de un principio diferente a pregrado; ya somos
médicos graduados, eso nos pone en una posición de evidente ventaja, teniendo
en cuenta que ya hay un mayor grado de conocimiento y de experiencias (por no
decir mañas adquiridas). Pero algo que sin duda marca la diferencia es que
existe un interés per sé, en el área
del conocimiento que hemos elegido seguir.
Llegamos a la residencia elegida,
con avidez de aprender, nada nos puede detener, sin importar que tengamos
profesores idóneos en cuestiones de docencia o nuevamente los “DOCTORES NO” que
nunca faltan (se ven hasta en las mejores familias). Otra difencia es el
protagonismo del residente (para bien o para mal). El residente es “el dueño
del paciente”; muchas decisiones que se toman durante la práctica derivan de
los planteamientos del residente con iniciativa; quizás de allí provenga el
aforismo “nada más peligroso que un R1 con iniciativa”.
Volviendo a el
estudiante de pregrado; en la clínica muchas veces asume un papel poco
participativo en el ejercicio asistencial; casi pasa desapercibido, como un
ente, muchas veces menospreciados, ya que creemos que sus aportes no tienen
mayor trascendencia en la conducta que vamos a seguir; sin embargo, no todo es
malo, por el contrario ese espacio le permite al estudiante aprender basándose
en problemas clínicos, viendo como sus tutores se esfuerzan por encontrar el
mejor final para cada caso en concreto. Esta situación lleva al estudiante a un
mayor aprovechamiento, aprender más de
un caso en particular, generándose cuestionamientos de lo que se está haciendo;
¿es lo correcto?, ¿existen otras opciones de diagnóstico y de tratamiento?. En
este contexto se genera un pensamiento crítico basado en la resolución de
problemas, lo cual garantiza un aprendizaje significativo.
En
este punto concluimos que el papel del docente tanto en pregrado como en
posgrado, es crucial, ya que debe ser un generador de expectativas para el
proceso de aprendizaje. Cautivar el interés de los estudiantes y direccionar
las estrategias pedagógicas, involucrándolos en la generación del conocimiento.
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